jueves, 20 de marzo de 2008

incertidumbre

Cualquiera consideraría puro escepticismo pensar que unas palabras suspenden el propio juicio. Debería entonces aclarar que no pertenezco a ese lamentoso y poco selecto grupo que arma y desarma según considera que el común denominador lo hace. Por supuesto que así debe ser, ya saben, si no hubiera gente predecible serían realmente imperceptibles los desalientos. Aunque ella no sabe de todo esto, pobre ingenua. En realidad no es su culpa, esta maldita argentina la tiene malacostumbrada. Ella salta, porque le dicen que salte y ríe cuando le enseñaron que tiene que reír. Qué triste realidad pensar que calla sus sentimientos más profundos por simples apariencias. Qué difícil debe ser sobrevivir con todos esos preconceptos mediocres que la invaden cual soles de días nublados. Entonces solo escondida en sus propias tinieblas busca una realidad alterna en la que sueña a ser quien no es, a vivir lo que no vive, a hacer lo que no hace y sobre todo a decir lo que no se debe decir. ¿Pero quién dice lo que se debe decir? ¿Cuáles son las instrucciones para disfrazar los sentimientos de forma que le parezca correcta a esta errónea e incivil sociedad? Es que se hace tan engorroso mantener la cordura y la sensatez cuando se entiende que la mesura no es un criterio adecuado a estas primaveras que se viven hoy en día. Es más, ni siquiera existe una palabra para expresar ese sentimiento hostil, vaga mezcla de incertidumbre suplida por una búsqueda de incrédula pero fructuosa reputación. ¿Desde cuándo no nos permitimos alegar emociones? Lo peor es que ella sabe que siempre todo termina en penas y congojas cuando todo se piensa demasiado, se calla y se amontona en la penumbra de la mente. Ella debería pensar menos, ustedes entonces recomendarán. ¿Vieron? Son solo uno más de esa engorrosa sociedad hipócrita que todavía cree en esos dictámenes indiscutibles y obvios de este país gris rebalsado de arquetipos. Nadie les pidió ni sus elegantes sugestiones ni sus enfermizos consejos melindrosos y sin escrúpulos. Necios argentinos que no entienden ni a quién no se entiende. En realidad, mojarritas de océano que todavía buscan réplica a los enigmas del alma. Insulsos impertinentes que nadie llama. Fanfarrones y jactasiosos que creen saberlas todas. Pero no señores, no. Están estrechamente equivocados, por suerte. Capaz algún día sepan comprender que no hay advertencia más exacta que la que no se atiende ni escucha. Demasiada charlatanería para explicar que no hay nada que suplante lo que realmente surge y resurge cual ave fénix del corazón.

4 comentarios:

Kenny dijo...

Ojalá sigas escribiendo cosas así de profundas y realistas...
un abrazo grande

ken

Tess dijo...

Es hermoso lo que escribis.
Te re admiro flaca, sos hermosa y ademas tenes las fotos y textos mas lindos.
un beso
te agrego a mis links

Lucila dijo...

Muy fuertee y groso lo que escribiste!!
Beso caapa :)

Manu dijo...

Cuando ya se esta perdiendo todo es bueno ver que todavia hay gente que piensa con la verdad es decir: no quiere hacerse pasar por sincero, diciendo cosas que cree que los demas dirían. No finge ser lo que no es y dice cuando le molesta que las demas personas si finjan.
Talvez no hoy, no mañana, pero quien dice pasado, o en algunos años, la gente comprenda que no va a volver esta experiencia que se llama vida y que las apariencias son solamente obstáculos que no nos dejan ver las cosas buenas o malas que nos estan pasando, son disturbios a la felicidad. Si entendemos que la gente esta aparentando, porque seguimos escuchando a esa/s persona/s? De que nos sirve? Ahí es cuando nos damos cuenta de lo hermoso que es ser humano y saber que estamos haciendo las mismas cosas que los mediócres solo que sin darnos cuenta por estúpidos o nécios.
Seguí así Pili, con gente como vos podemos cambiar. Todos.
Atentamente,
Manuela Espinel